sábado, 27 de febrero de 2010

EL SUEÑO DE DON DAVID DELLA CHIESA (2ª nota)


Todavía nuestros lugareños siguen nombrando determinados tramos de ruta como "el consorcio". Es que el uso del vocablo terminó confundiendo la obra con sus autores.

Los consorcios vecinales eran, en el marco de la Ley que los autorizaba, asociaciones de frentistas que aportaban su esfuerzo personal (en trabajo o en dinero), de modo que con el apoyo del Estado, se encargaban de la construcción y conservación de los caminos rurales. Esta ultima función la cumplían con el celo de quien custodia lo propio.

Para que un consorcio avanzara, se necesitaba la presencia de vecinos respetables y empeñosos, que generaran la adhesión de los demás.

De este modo, dispuesto a romper nuestro aislamiento, en 1928 formó el consorcio "Gualeguaychú-Médanos". Estaba al frente don David como presidente, secretario era don Elías Martinolich y vocales: Juan Goldaracena, José Riera y Eduardo Berisso.

No sólo había que enfrentar la naturaleza, sino también vencer el descreimiento de sus semejantes y la indiferencia de los que no tienen fe en tales iniciativas. Pero la debilidad de unos, fue ampliamente compensada por la voluntad férrea de otros, que contagiaban su entusiasmo. Así se vencieron esas dificultades humanas. Y las materiales, con el aporte gubernamental que logró el empuje de don David: Ciento treinta y seis mil pesos del Gobierno de la Provincia, a cargo de don Luis Etchevehere, mas sesenta y cuatro mil del de la Nación, que presidía don Hipólito Irigoyen. Sumados esos fondos, a los setenta y ocho mil pesos que había reunido el consorcio con las cuotas de sus socios, comenzaron los trabajos el 4 de Junio de 1928. El único vehículo con que contaba el consorcio entre sus elementos de trabajo, era un camioncito Ford "A" que lucía el siguiente letrero: Consorcio Gualeguaychú-Médanos. Después de dieciocho meses de trabajo, la ruta llegaba al tradicional almacén de Durruty (conocido después como Labiste) en las cercanías de Médanos. Estamos en diciembre de 1929. Ese año hubo una gran inundación que afectó a todo el sur del departamento, zona tributaria del Paraná. Lejos de amilanarse, don David ante el revés con que la naturaleza pretendía aplacar sus aspiraciones, un día reunió a los consorcistas, y creyendo que había llegado la oportunidad de confesar sus verdaderas intenciones, les dijo: Bueno, muchachos, ya estamos llegando a Médanos, ahora ¡hasta Buenos Aires no paramos!! Y antes de que terminaran de reponerse de la sorpresa, uniendo la acción a la palabra, procedió a cambiarle el cartel al Fordcito colocando el que tenía preparado y tan secretamente guardado: Consorcio Gualeguaychú-Buenos Aires.

Era tarde para echarse atrás.

Publicado el 23-10-88

No hay comentarios:

Publicar un comentario