sábado, 27 de febrero de 2010

CALAVERA (2da. parte)


LA PARTE HUMANA

La evolución de la humanidad tiene etapas. La de Calavera y su boliche también. Podría decirse que el alejamiento de Hanneke dejó atrás la prehistoria del Bar Central, para entrar de lleno en la etapa propiamente calaveriana, tan sustanciosa anécdotas.-

A medida que avanza la década del 50, nuevos valores se van integrando a las huestes, a punto de convertirse en una pléyade tan numerosa, que nos obliga a mencionarlos por tandas, para no atosigar a nuestros lectores.

En la etapa de afianzamiento y desarrollo podemos enumerar, después de la figura central de Rogelio Pérez, a los siguientes: Enrique Venturino, el relojero Paz Cáceres, Cacho Alarcón, Cholo Tagliana, Chiquito Tolosa, Zorro Mangucio, Hector Vasallo, Palito Merello, Tito Amarillo, Miguelito Campañá, Chato Luciano, Ramón Quittet, Enrique Piaggio, Piche Elgue, Negro Ferrando, Licho Secchi, Guito Guastavino, Pato Moreyra y Cimpanazo Cabrera, don Eduardo Borrajo (Guaro y Puma todavía no actuaban), el Sr. Petite (gerente del Banco Nación), Juan Carlos Bosso, Carlitos Cafferatta, Mario Lucardi, Coco Matta y Babato Idiartegaray, estos últimos entre los valores mas jóvenes. Muchos se asombrarán de este elenco tan completo y pensarán que no falta nadie. Nada mas engañoso: la "crema" la guardamos para próximas ediciones.-

El deporte también estaba representado en lo de Calavera, por los exponentes mas prestigiosos de entonces, como los astros del básquet de Central Entrerriano, protagonistas de páginas gloriosas en nuestro baloncesto. En efecto, Minucho Martínez, Taco Pedrazoli, Licho Quiroz y "Napoleón" Dumón, eran clientes de Calavera, a quien dedicaban sus triunfales actuaciones y le mandaban mensajes radiales, como "esperanos con unos vinos" y otros por el estilo. El mas popular de los deportes, estaba vinculado al bar a través de sus figuras estelares, como Alberto Zozaya y Chocolate Cepeda, quienes lo visitaban de tanto en tanto. Los integrantes del célebre Club Arbolito, durante el auge del fútbol nocturno, recalaban en el Bar Central: Carlitos y Morad Dahuc, Gallo Vega, Macho Melo y Rodolfo Cafferatta.

LA PARTE "CONTABLE"

Dos características muy particulares distinguían al Bar Central: la atención -enteramente familiar- y el fiado. Calavera era secundado en el despacho del mostrador por toda la familia: su esposa, Doña Hortensia García, cuya gracia y picardía contribuyó a salpimentar el anecdotario del bar, y los ocho hijos: Nene, Cata, Lola, Baby, Tito, Betuchy, Polo (por lejos el mas descollante) y Pirucha. Todos en diferentes épocas y horarios, ayudaban en la atención, con manejo indistinto (diríamos, orden recíproca) de la caja. Actualmente, los expertos en microeconomía utilizan la expresión cash-flow (flujo de caja). Podría decirse que la caja de Calavera tenía, como las mareas del océano, flujo y "reflujo", ya que toda la familia metía mano, en una especie de "cogestión". Pero a la hora del arqueo, a Vital le atacaba una "congestión".

La contabilidad no era menos precaria. En aquella época no existían las modernas cajas electrónicas de ahora. Pero en verdad, aunque hubieran existido, Calavera las hubiera rechazado por complicadas: él se manejaba con el llamado libro negro, donde anotaba los fiados. Aclaremos que a manera de libro, usaba envoltorios de cajas de cigarrillos. Junto al nombre del cliente, por cada vaso servido Vital marcaba un palito. Cuentan los memoriosos (¿o mentirosos ?) que Rogelio Pérez llegaba a acumular tantos palitos, que bien podría haber sido alambrador. Cuando alguno se atrasaba mucho en la cuenta, Calavera aplicaba medidas gradualistas: primero un llamado de atención, después un apercibimiento perentorio y finalmente, un cierre definitivo con rotura de la hoja respectiva en acto público. En casos extremos, llegaba a arrebatos de ira a los que era tan propenso y terminaba escribiendo el nombre del moroso en un pizarrón que sacaba a la calle 25. Uno de los afectados le reclamó un día por el procedimiento tan compulsivo, a lo que Vital le respondió:

Y qué quéres ?... Encima de que no me pagás, te hago publicidad gratis! A esta altura, ¿ustedes querrán saber el nombre del moroso? imposible, entraríamos en la parte "no contable" de esta historia.

LA PARTE GASTRONOMICA

Aunque el bar no funcionaba como restaurante, en algunas ocasiones especiales se improvisaban comidas para festejar supuestos cumpleaños, que servían como pretexto para manducar. A menudo oficiaba de cocinero don Nicanor Alvarez Arigós, quien lo hacía muy bien. Todavía se recuerdan las empanadas de queso de Hortensia, que eran célebres (por lo sabrosas), como también los sandwichs de Calavera (porque se los robaban en seguida). Estas comidas se reducían a los más allegados, pero cuando le encargaban a Vital alguna despedida de soltero, se organizaban grandes cenas. Algunas de ellas alcanzaron lucidos contornos, como las de Tito Godoy, el Nene Cruz, Alfredo Rossi, o la lotería que sacó el Negro Rivas, en marzo de 1962. En la despedida de Alfredo Gorelik, Calavera, les dio a los muchachos una clase de cultura alcohólica y aunque él no era de tomar, ese día terminó bailando arriba del mostrador.

Un invento de aquella época, fue el de los asados con centinela. Tal modalidad consistía en lo siguiente: cuando el asado estaba a punto, alguno debía encargarse de cruzar a la pizería y llamarlo por teléfono. Cuando Calavera iba a atender, le robaban el asado.-

LA PARTE ARTISTICA

Igual que en el Copetín, la noche calaveriana en su época de esplendor, se vio engalanada con la actuación de figuras de renombre nacional, como Mario Bustos y Dante Daloglio, artistas que venían contratados por Independiente y luego aterrizaban en el Central contactados por Pinuco Pereda. Entre los artistas locales que desfilaron por el Bar, podemos recordar a Quito y Geniol Bossio, Antonio Machado, Pepe Ramos, Alberto Grosjeán, Luis Segovia y Jorge Karam.

A veces el nivel artístico decrecía tanto, que pasaba a ser figura rutilante de la noche -cuanto mas tarde mas rutilante- el peluquero Anyulín Lossio, personaje sensacional de aquella época gloriosa, cuya sola recordación nos

da la pauta de que es demasiado por hoy. Seguiremos el próximo domingo con algunos relatos, que mas vale no se los pierdan.

Publicado el 3/05/87

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