sábado, 27 de febrero de 2010

LOS BAILES DEL CLUB INDEPENDIENTE (4ª nota)


Una de las razones que explican el boom de los bailes de Independiente fue la habilitación de la ruta terrestre a Buenos Aires, tema que abordaremos al final.

Ampliando lo que dijimos en una nota anterior, la comunicación mas rápida y directa con la metrópolis, permitió programar actuaciones artísticas en forma de giras o embajadas, cubriendo en pocos días varias ciudades, con lo que se repartía el costo del traslado. Antes, sólo se viajaba en vapor, lo que insumía un día entero. En cambio, con la ruta terrestre la capital, Gualeguaychú quedaba en el circuito, por ser una localidad de paso, fácil de incluir en cualquier programación.

Pero aún con este tipo de contratación en paquete, el precio resultaba muy alto. Como el valor de la entrada no podía aumentarse, hubo que modificar la otra variante: la cantidad de público y entonces los locales cerrados resultaban insuficientes. Así surgió la perspectiva , novedosa para Gualeguaychú, de organizar bailes en pistas abiertas.

Decimos novedosa para Gualeguaychú, porque en Fray Bentos, por ejemplo, el Club Laureles, organizaba bailes populares en pista abierta y es precisamente allí, de donde los gualeguaychuenses tomaron la idea.

Bajo otra faz, la ruta de don David tiene que ver con lo que veníamos relatando, porque Claudio Méndez Casariego, si bien no fue pionero, como Ulises Luciano o Pablo Bendrich, era sin embargo uno de los quijotescos transportistas de la época. Con su línea, Expreso Entre Ríos, trasladaba pasajeros hasta Puerto Constanza, en combinación con el servicio de lanchas y con la Empresa Chevalier, para el tramo de Zárate a la Capital.

Independiente, como decíamos al comienzo, fue el único club de Gualeguaychú que atravesó por todas la etapas: desde los atildados bailes en local cerrado, hasta aquellos monumentales que vivimos en la década del cincuenta y sesenta, que pronto recordaremos.

Pero detengámonos un momento, en aquella etapa intermedia -y breve- en la que se usó la barraca de Rossi. Durante la presidencia de don Claudio Méndez, ese local era prestado para los bailes, por lo cual había que trabajar bastante en su limpieza y adaptación, dada la brecha que media entre una barraca de cereales y un salón de bailes.

Pero como lo que sobraba era empeño y voluntad, todo era posible y allí tuvieron lugar veladas inolvidables, como aquella en que actuó Alberto Castillo, cuyos graciosos detalles reservamos para el domingo venidero.

Publicado el 13/11/88

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