sábado, 27 de febrero de 2010

PROLOGO


Por segunda vez, GUSTAVO RIVAS me ha concedido el honor de prologar una obra suya, y lo acepto con mucho gusto por cuanto comparto plenamente su interés por el rico y pintoresco pasado de Gualeguaychú en el cual, como ya lo manifestara en el prólogo para Calidades Dormidas, se descubre el alma oculta de la ciudad y la espiritualidad de su gente.

Algunos podrán opinar que lo que se rescata en esta obra de ese pasado carece de trascendencia histórica, por cuanto no tiene la espectacularidad de los acontecimientos considerados relevantes, pero lo que ocurre es que algunas veces no se comprende que los grandes acontecimientos son una consecuencia y no la causa de los hechos considerados insignificantes. Y esto viene al caso porque en esa historia íntima de la ciudad está el germen de su destino.

Lo que queda patentizado en este libro mas allá de su atractiva y placentera narración, es ese espíritu inquieto, festivo y cordial de nuestra comunidad cuyos frutos, ya a la vista, se manifiestan en el interés que cada vez mas está despertando Gualeguaychú en la gente de otros lugares.

VIVIR EN GUALEGUAYCHU tal el título de esta nueva obra de RIVAS, sintetiza estas cualidades penetrando con la amenidad, capacidad descriptiva, labor investigativa y aguda observación de este autor, en la sugestión de una etapa de nuestra sociedad rica en aconteceres pintorescos. Y lo hace a través de un itinerario nostálgico de noctambulismo y bohemia por los mas caracterizados bares y lugares de reunión de entonces.

Es encomiable el rescate que se hace en las páginas siguientes de personajes locales y anécdotas, pero mas aún lo es el que se hace de la esencia y el espíritu que los animaba. Con palabras sumamente expresivas, en algunos casos casi poéticas, RIVAS resalta particularidades de ese ambiente festivo en el cual la alegría contagiosa de la amistad franca y fácil cautivaba a los forasteros. En algunos pasajes, por ejemplo, describe la simbiosis que existía entre los propietarios de los locales y sus parroquianos, al punto que los intereses comerciales de estos negocios desaparecía frente al espíritu bohemio, de chanza y diversión que reinaba en los mismos, el cual, en definitiva, era una expresión del espíritu comunitario.

Con notable maestría, dejando en el lector una sensación de añoranza, RIVAS nos muestra el final de aquella época feliz de nuestra vida ciudadana explicando las causas que lo determinaron.

VIVIR EN GUALEGUAYCHU es un desfile de lugares, propietarios de bares y personajes que dieron a Gualeguaychú en sus noches y atardeceres de un pasado no lejano, una aureola sentimental en la cual, como lo señala su autor, la bohemia, lo artístico y lo intelectual unía por igual a encumbrados señorones y humildes empleados, a enjundiosos doctores con ignorantes solemnes por la magia de las copas.

ENRIQUE ANGEL PIAGGIO

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