sábado, 27 de febrero de 2010

DOS DECADAS DE ASOMBROSAS TRANSFORMACIONES


Hablábamos de volver al siglo pasado porque hace exactamente cien años se fundó la Sociedad Recreativa "La Aurora", en un contexto de notoria transformación de la vida gualeguaychuense.-

Cuando nos referimos al origen de las entidades benéficas, prometimos ocuparnos de los importantes cambios que experimentó nuestro pueblo entre las décadas del 1870 al 90.-

En el aspecto político, por virtud de una reforma constitucional, Gualeguaychú consagraba en 1873 a Don Cándido Irazusta, como su primer Intendente votado por el pueblo.-

Conviene recordar que desde 1851 éramos ciudad y que en 1867 tuvimos la primera Junta de Fomento. Serenados los espíritus en 1876, luego de la revuelta de López Jordán, empieza una época de verdadera transformación para nuestra zona. Vigente desde hacía unos años la Ley Avellaneda, oleadas de inmigrantes comienzan a llegar a Entre Ríos, que había sido una de las primeras en radicarlos, con la fundación de la colonia San José en 1857.

En 1878 llegan los primeros alemanes, luego de 114 años penosos junto al Volga. En la década del 80 se establecen las primeras familias italianas que, justamente ahora festejan los 100 años de su llegada, como lo acaba de recordar en una interesante nota el Ing. Carlos Melchiori. Con el aporte de los inmigrantes toda la zona incrementó su producción y pronto los resultados se reflejaron en la ciudad. En la misma década comenzaron los trabajos para dotarla de dos importantes servicios: el alumbrado de gas y los tranvías a caballo, ambos habilitados entre 1890 y1891, a cargo de un empresario con gran visión, como Domingo Garbino.-

En 1889, con el ramal del Ferrocarril Central Entrerriano, llega a Gualeguaychú el primer tren, recibido por la Banda del Pueblo y un memorable discurso del padre Luis Nicolás Palma. Ya en 1875 se había iniciado el empedrado de la calle San Martín, anteriormente llamada India Muerta. Con ello empezaba a remozarse nuestra ciudad, en la que ya humeaban saladeros, molinos, talleres y herrerías. A la vez, crecía la actividad de su puerto y los almacenes como "Al Pobre Diablo", multiplicaban sus ventas.

Hasta aquí hablamos del progreso material. En el aspecto cultural y social, además de las pujantes entidades benéficas, para esos años Gualeguaychú tenía varios periódicos, entre los que se destaca El Noticiero, de Inocencio Furques, fundado en 1879. También había buenas orquestas, y ya existía la Banda del Pueblo. En el Teatro 1º de Mayo, que funcionaba desde la década del 60, se representaban importantes piezas y se sucedían conferencias, conciertos, zarzuelas, etc. Lamentablemente, esa reliquia que se mantuvo hasta 1920 fue demolida, con el único atenuante de que en ese mismo solar, vive ahora el autor de estas crónicas para recordarlo.

Todo eso ocurrió en una veintena de años. ¿Qué tendrá que ver esto con el tema de los bailes? dirán ustedes. No se impacienten y sigan leyendo.

LAS SOCIEDADES MUTUALES

Si bien desde muchos años antes, vivían en Gualeguaychú numerosos residentes extranjeros, la llegada masiva de inmigrantes hizo que las colectividades cobraran importancia y con ellas, las figuras de los distintos cónsules, de gran respetabilidad.

No es casual entonces, que por esa época nacieran en nuestro medio las primeras sociedades de socorros mutuos, adelantándose a otras similares en la provincia y el país. Entre esas sociedades cabe recordar a "Entre Argentinos y Orientales", fundada hace un siglo, el 25 de Octubre de 1888, bajo la presidencia de don José María Elías. Años antes se habían creado otras semejantes: el 9 de Noviembre de 1879, la Sociedad Italiana "Unione e Benevolenza"; el 14 de Julio de 1881 -su fecha patria- la Unión Française, presidida por don Luis Vicat; en 1882, la Sociedad Española de Socorros Mutuos -de la que luego nació "La Fraternidad"- y en 1889, la Sociedad "Operari Italiana".

Para 1900, estas mutuales alcanzaban un notable desarrollo: eran propietarias de los edificios mas importantes de la ciudad; tenían para sus asociados panteones en el Cementerio Norte, e incluían servicios médicos y de farmacia, con lo que se anticiparon a las obras sociales que comenzaron a desarrollarse a mediados de este siglo. Esto explica en parte, el poderío financiero que alcanzaron estas sociedades de socorros mutuos. En lo que respeta a la fuerza espiritual que las impulsaba, hay que ver desde el punto de vista del inmigrante, para comprenderlas. Desarraigado de su tierra y transplantado a miles de kilómetros, el extranjero se sentía aislado y falto de adaptación a nuestras costumbres y al idioma. El único solaz que reanimaba sus días, era el encuentro entre compatriotas para recordar en la lengua materna, canciones, bailes y tradiciones. El número siempre creciente de inmigrantes, muchos de los cuales hicieron fortuna, explica el fortalecimiento de estas entidades en ese contexto histórico. Asimismo se comprende que a medida que la sangre de las nuevas generaciones se fue lavando y estas se adaptaron al medio, algunas sociedades desaparecieron y otras comenzaron a perder esa mística.

Se nos va terminando la columna y no hemos dicho que relación tenían con los bailes. Para que no se queden con la espina, aclaremos que los bailes de las sociedades recreativas, se realizaban en los salones de los majestuosos edificios mutuales cedidos para estos fines, que veremos en la nota siguiente.

Publicado el 3/04/88

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