sábado, 27 de febrero de 2010

LOS MEMORABLES BAILES DE "LA AURORA"


Habíamos anticipado que esta serie de los bailes de antaño iba a ser la mas larga. Llegamos a la duodécima nota y todavía están en espera los bailes del Lusera, Independiente, Central Entrerriano, Club Frigorífico, los del Concejo Deliberante, Neptunia, Confitería París, Club Recreo y otros. Hay para rato.-

Pero antes de terminar este capítulo, veamos algunas grajeas sueltas sobre aquellos bailes, para después mencionar otras actividades de la pintoresca sociedad.

DE POCAS PULGAS

Uno de los eximios músicos que pasaron por La Aurora fue indudablemente don Luis Quaranta, verdadero virtuoso del violín; se había perfeccionado en Italia, donde hizo estudios superiores de música. Don Luis embelesaba a su público, tanto en el salón de La Aurora como en el Teatro Gualeguaychú y muy especialmente en aquellos atractivos conciertos de la Universidad Popular. Pero el hombre algún defectito tenía que tener: era un tanto irascible. Dicho mas en criollo: un gran chinchudo.-

En uno de aquellos bailes ejecutó un vals con tal calidad interpretativa, que el público prorrumpió en aplausos y le pidió un bis, a lo cual el Maestro accedió. Al terminar esta ejecución, los danzarines le solicitaron nuevamente el vals; don Luis los satisfizo, aunque no de muy buena gana. Cuando acabó, otro bailarín entusiasmado le pidió un nuevo bis (en realidad ya era un cuatrís). Al parecer, esta fue la gota que colmó el vaso, porque el eximio ejecutante estalló. ¿Cómo? Pues comenzó a tocar el repetido vals y sin que nadie se lo pidiera, prolongó su interpretación ¡una hora y media! hasta alcanzar quince reiteraciones de la apetecida pieza. Recién cuando la última pareja se sentó, puso fin a su actuación. Era lo que se dice ¡un hombre de carácter!

IDEA SALVADORA

No todas las épocas fueron igualmente brillantes. La Aurora pasó períodos de receso y luego de reactivación. En tiempos difíciles surgían las buenas ideas, como cuando a alguien se le ocurrió comprar una pianola a don Enrique Betolaza y pagarla en cómodas cuotas mensuales. Así, en los bailes, se alternaba la pianola con la presentación de las orquestas. Lo que se ahorraba en el costo de los músicos, alcanzaba para cubrir las cuotas y sobraban unos pesitos. Transmitimos esta idea a quien quiera hacer el mismo ahorro: invite a los chicos actuales a bailar al compás de una pianola. Todo puede ser.-

La semana que viene hablaremos de los directivos y asistentes mas asiduos de La Aurora y de otras actividades de la institución.

Publicado el 15/05/88

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