sábado, 27 de febrero de 2010

LOS GRANDES BAILABLES DEL "LUSERA" (6ª nota)


TENEME EL NENE

Era numerosa la concurrencia femenina a los bailes del Lusera. Algunas iban acompañadas por sus novios o maridos; otras asistían solas procurando encontrar acompañante. De estos encuentros surgieron noviazgos, origen de muchos matrimonios -hoy con hijos grandes o nietos- que recuerdan haberse conocido en el Lusera.

Pero el público femenino no se limitaba a quienes buscaban su príncipe azul, pues además concurrían las desengañadas que ansiaban cambiar de príncipe. Y así concurrían muchas mujeres con sus críos pero sin su pareja, ya sea por viudez, soltería o separación.

Era tan abigarrada la concurrencia, que resultaba imprudente abandonar a los niños, permaneciendo estos en brazos de sus madres. Pero este oficio por sagrado que fuere, no se consideraba reñido con la diversión, de tal modo que cuando un caballero se acercaba para invitar a bailar a alguna madre soltera o separada, ésta requería la colaboración de su compañera con la clásica rogativa que sirvió para perpetuar el nombre de aquellos bailes: "Teneme el nene".

ZAPADORES Y POLICIAS

Gualeguaychú ha tenido varias agrupaciones de distintas armas del Ejército Argentino, todas las cuales han dejado el recuerdo de su paso y hasta han merecido el nombre de alguna calle. En 1910, se instala en el viejo edificio de la Sociedad Rural en avenida Rocamora, el Regimiento 10 de Infantería, cuya banda aportó a nuestra ciudad las primeras retretas. En 1938 viene el 3 Batallón de Zapadores Pontoneros, que permaneció entre nosotros hasta 1947, cuando se instala el Regimiento 3 de Caballería.

El cuerpo de Zapadores se integró muy bien a la vida de la ciudad en muchos aspectos, especialmente en el deportivo. Tuvieron un buen equipo de básquet y cumplieron un papel protagónico en la fundación de la Asociación en Julio de 1943, a punto tal que su primer presidente fue el Mayor Eduardo Rauss, Jefe del Batallón .

Muchos soldados eran oriundos del norte (tucumanos, santiagueños, etc.) Formaba parte de su equipo de armas, un pequeño "couteau" o bayoneta. Los fines de semana, los colimbas (término que representa las tareas habituales del conscripto: correr, limpiar y barrer) concurrían a los bailes del Lusera como espectadores. En cambio, los agentes de policía debían hacerlo en función de trabajo y se desplazaban a caballo, provistos de un sable largo. Nadie sabe explicar el porqué, pero la verdad que entre Zapadores y Policías se había generado una creciente rivalidad. Y este fenómeno no parece circunscripto a Gualeguaychú, porque en localidades vecinas sucedía lo mismo.

En tren de ensayar alguna explicación, podríamos aventurar que esta rivalidad es la que comúnmente se genera entre lugareños y forasteros o bien entre el que se divierte y el que trabaja. Talvez se combinaban ambas circunstancias.

La verdad es que invariablemente los días sábados, ante la menor provocación, se trenzaban en luchas que llegaban a adquirir contornos de verdaderas batallas campales, en las que unos pugnaban por arrebatarles el couteau y los otros por bajarlos del caballo. Cabe recordar que una de las faltas más graves, era presentarse de regreso sin esa bayoneta y daba lugar a sanciones. Más adelante, por orden superior, se les suprimió a los soldados la salida con esa arma, pensando que así se iban a evitar las reyertas. Pero no resultó, porque entonces los Zapadores se sacaban los cintos y los revoleaban de tal modo, que las pesadas hebillas de bronce resultaban más contundentes que los couteau.

Cada jornada dejaba como saldo una cantidad considerable de heridos que eran internados en la sala de primeros auxilios del batallón. Estas emergencias interrumpían el descanso de sus médicos, como le sucedía al Dr. Horacio Clemenceau, que debía correr presuroso a coser a los muchachos.

A veces las iras provocadas por sablazos y cintazos repercutían más arriba y cuentan que en una ocasión, el Jefe de Policía José María Romero y el Mayor Plá, estuvieron a punto de irse a las manos.

Publicado el 21/8/88

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