sábado, 27 de febrero de 2010

LOS PERSONAJES POPULARES (1º parte)


Iniciamos hoy, una serie dedicada a los personajes populares de la primera mitad del siglo que termina.-

Nuestra vida pueblerina tuvo en aquella época una particular fisonomía, cuyo sabor lugareño se nutrió con diversos aportes. Ya hemos rememorado los boliches, cada uno con su estilo, anécdotas y el inagotable humor de cada barra. Otra fuente fue la fiesta carnavalera de raíz popular; con sus murgas cantadas y las diversas figuras que dieron relieve a nuestros corsos de antaño.-

Pero todo ese anecdotario transcurre en la compañía de quienes moviéndose con fluidez entre los distintos escenarios, aportaron lo suyo para completar el cuadro sociológico de la época que evocamos.-

Porque todos los ámbitos que hemos recorrido, registran junto a sus protagonistas principales, la coexistencia de otros personajes no menos característicos. Son los tipos populares que poblaron nuestras calles y que a fuerza de recorrerlas tantos años, dejaron su huella en el recuerdo ciudadano.

EL "TIPO" POPULAR

El destino, con su variada suerte, nos eleva a la cúspide del éxito, como también nos azota contra el suelo, en la desgracia o la derrota.

El acervo popular registra algunas sentencias al respecto, no siempre valederas: La vida es una ruleta...Unos nacen con la estrella y otros nacen estrellados. Todo esto viene a cuento, porque nuestros personajes callejeros fueron invariablemente, la parte castigada de la vida. Unos porque lucharon y fueron duramente golpeados por reveses de un destino que los arrojó a la calle. Otros, porque renunciaron por anticipado a todo esfuerzo. No estaban en este mundo para eso. En algunos casos del primer grupo, el alcohol que sobrevino a la desgracia hizo el resto; entre los segundos, muchas veces las limitaciones con que la naturaleza los puso en el mundo, determinaron su condición.

Entre nuestros personajes había varones y mujeres, y hasta podría decirse que existieron algunas vidas paralelas -parafraseando a Plutarco-. Así, por ejemplo, Nicanora Pintura fue una especie de versión femenina de Manyún.

Hubo cultores de la lírica como Recalde, o de las letras como Pablito Costa. En el mundo de su imaginación, los tipos populares asumieron a veces la elegancia y el donaire como la Negra Matea o el predicamento del Padre Torres, que en su locura megalómana se sintió intendente. La gracia singular de Risote y Solano contrastó con la mansedumbre y la bonhomía del Dotor Martínez.

En algunas ocasiones, nuestros personajes alcanzaron renombre, porque con su reconocida bondad se ganaron el corazón de la gente, como Paco Gómez. En otras, la picardía popular descubrió la veta para la broma y hacia allí dirigió sus dardos. Si el personaje optaba por el enojo, automáticamente se estaba cavando la fosa, al convertirse en blanco permanente de los chicos, como el caso de Rata Blanca o Gallareta.

Y en contraste con la falta de luces de Indaco, encontramos verdaderos intelectuales como Irigoytía.

¿Qué tuvieron entonces de común nuestros tipos populares? Dos cosas: la calle y la pobreza. Deambularon permanentemente por todos los barrios. La calle no es universidad, pero otorga títulos y allí se graduaron en nuestro pueblo la Carambique, la Colita de Chancho, Pintos, Fustel y otros tantos. ¡Qué contraste con aquellos a quienes les falta calle, aunque sean doctores! En cuanto a la otra nota común, la pobreza, casi todos vivieron de la caridad pública. Tal vez no buscaron la fortuna y prefirieron eludir formalismos y ataduras. Para nosotros, llevaron una existencia penosa, estuvieron sumergidos -como decimos ahora-, pero sin proponérselo vencieron la indiferencia y están todavía presentes en la memoria de su pueblo.

Desde el domingo próximo iniciaremos entonces esta simpática galería de personajes populares que pusieron su granito de sal, para darles sabor a estas pequeñas historias ciudadanas.

Publicado el 13-12-87

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