sábado, 27 de febrero de 2010

"KID MONEQUE" (última parte)


Moneque, salvo su particular delirio boxístico, era un hombre como todos, de vida sencilla y procederes honestos.

Su existencia transcurrió entre los trabajos del vivero, el quiosco en la esquina de la Jefatura y las recorridas por nuestras calles con la canasta de embutidos. En el quiosco también vendía esos productos y para promocionarlos los exhibía colgados de la ventana.

Como muchos tenían la costumbre de tocar la mercadería, colocaba carteles de advertencia con increíbles errores ortográficos: proivido tocar los chorisos.

Esta falencia no condecía con sus conocimientos sobre distintos temas, lo cual resultaba llamativo. Una vez dejó estupefacto a un médico hablando de anatomía. En otra ocasión allá por 1971, estaban leyéndole un contrato para una importante pelea concertada por su manager Jordán; cuando el "letrado" Beco Fariña terminó de enumerar las cláusulas, Moneque exigió la firma de la cónyuge del desafiante, indicación sorprendente, por tratarse de una reforma introducida por la Ley 17.711, que acababa de promulgarse.

Era pues Moneque, correcto en su trato y comportamiento, por lo que contaba con la estima sincera de sus vecinos.

Podríamos afirmar luego de escuchar numerosos testimonios, que las peleas no se las organizaban para humillación de su persona, sino para ayudarlo a vivir su ilusión. Bromas casi familiares, despojadas de toda maldad. Ejemplo de ello, es esta anécdota: cierta vez un chico intentó propasarse con él, por lo que recibió una seria advertencia de Carlitos Buffarini, haciéndole ver que nuestro personaje era tan acreedor de respeto como cualquier vecino.

Y todo esto nos lleva de nuevo a una comparación; encontramos en Moneque algo del Quijote. Porque don Alonso Quijano era también un hombre de vida sencilla y costumbres razonables, hasta que un día se le disparó el juicio y se creyó caballero, por lo que salió a enfrentar poderosos enemigos. Así también don Carlos Florentino Sosa, un día se vio tocado por la locura y salió a enfrentar famosos boxeadores, que sólo existían en su ilusión.

Tal vez, como el protagonista de la novela española, recuperó la razón al final de su vida y por ello se entregó, al comprobar que todo había sido ficticio. Porque el Moneque de los últimos tiempos, se derrumbó anímicamente cuando se acercaba el final y así murió el 1º de Abril de este año.

Ni un recuerdo, ni una participación hubo para él. Para que su tumba anónima tenga algo mas que el número 39-828 proponemos que lleve este epitafio que tal vez sintetice su vida de boxeador:

Aqui yace "Kid Moneque"

a quien llevó la ilusión

al rango de gran campeón.

pero del postrer combate

bajó del ring, ya difunto.

Imposible era ese empate:

la muerte ganó por puntos.

Publicado el 3/07/88

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