sábado, 27 de febrero de 2010

EL COPETIN AL PASO -2ª parte-


En casi todo el anecdotario de esa fuente permanente de humor, encontramos algunas notas que identifican su origen: el sentido de la oportunidad, el chispazo de improvisación, la inagotable creatividad y fundamentalmente el efecto de lo insólito.-

Pero antes de proseguir el relato, nos detendremos a recordar los integrantes de aquel grupo que divirtiéndose sanamente, animó con graciosas ocurrencias muchas noches de parranda.

EL ELENCO

Algunos integrantes del elenco copetinero, viven aún y gracias a su excelente memoria, podemos reconstruir estas anécdotas. Estaba integrado de esta manera:

Productor y Director General: Mario González.

Actores principales del grupo estable: Raúl Ghiglia; Macho Peralta, Miguelito Fernández; Samuel Villanueva.

Actor"de reparto": Arturo Quijote Galguera (mozo).Podemos enumerar además a: Cotete Bacigalupo, Hector Yanelli, Juan de León, Licho y Toto Secchi, Horacio Clemenceau, Samuel Villanueva, Plinio Colombo, Carlitos Rossi y Hector Olaechea entre otros.

Artistas invitados: Miguel Angel Chacón y Pichongo Anastasi (que sólo actuaba en función trasnoche).

Algunos valores muy jóvenes por entonces, despuntaban su actuación como el caso de Pitingui Duarte, quien debe haber leído a Juan Jacobo Rousseau, pues hasta hoy sostiene que él era bueno, pero el Copetín lo echó a perder.

SERENATA MACABRA

En una de las célebres veladas, bien avanzada la madrugada y el nivel etílico, mientras un célebre cantor de tangos de Buenos Aires continuaba derramando canciones, lo interrumpió Cacho Alarcón de la siguiente manera:

- Dígame Maestro... si yo le pidiera un favor muy grande... que le dedicara una canción a mi novia...

- Hombre... ¿que problema hay? Indíqueme cual de estas damas es su novia.

-¿Sabe cual es el problema? Es que mi novia no está aquí; vive en un barrio alejado...

- Bueno, no hay inconveniente, siempre que Ud. tenga algún medio de movilidad.

- ¡Cómo no! Espéreme un momentito, que voy a buscar "el coche"... Habían pasado unos treinta minutos, cuando se apareció Cacho en la puerta del Copetín conduciendo un ¡coche fúnebre! de la pompa "La Nueva", donde trabajaba. Con la mayor naturalidad y sin bajarse, le hizo un ademán al cantor invitándolo a subir, ante la sonrisa cómplice de la barra. Pero el invitado, que también era hombre "de avería", sin inmutarse le preguntó muy suelto de cuerpo.

- ¿Adelante o atrás?

Subieron ambos en el pescante como verdaderos mayorales, empuñando las riendas de los cuatro orondos percherones, mientras el resto del grupo se acomodaba atrás; todos colgados como auténticas coronas, entonando cantos preparatorios de la serenata.-

Entrar en el Barrio Franco de noche, era una osada aventura en aquellos tiempos y hacia allá marcharon, dieron su serenata y regresaron con toda normalidad. Seguramente jugó de su parte el factor sorpresa: jamás en esos parajes había entrado un carromato tan lujoso y menos aún ¡a esas horas!. Aquel cantor, se hizo desde entonces un fanático visitante del Copetín, al que solía traer amigos capitalinos, para que lo conocieran.-

CABALLO ADENTRO

Juan Carlos Ayala , hombre de a caballo, era de los que tomaban al pie de la letra lo que se le indicaba. Así, cuando Mario lo vio llegar sobre su cabalgadura, le dijo: Pasá Rana, tal como lo apodaban. El hombre pasó nomás pero sin desmontar, cosa que nadie le había señalado y recién cuando estuvo junto al mostrador, se bajó del animal con toda naturalidad y lo ató en la columna de fierro que allí había.-

El asombrado caballo debe haber desconocido ese lugar, tan distinto de su habitat y ya que empleamos vocablos modernos, digamos que por esa razón se debió haber stressado mucho, ya que la crisis se le somatizó en forma liquida y abundante.

Sólo cabe agregar que los parroquinos sólo atinaron a levantar un poco sus pies sin moverse de las sillas y todo siguió igual mientras don Ayala sorbía su primera "Lusera".-

Es que en el Copetín todo estaba permitido. Y sino, que lo digan los que estaban la noche en que los vascos Aramburu introdujeron su auto al local para arreglarlo, porque no les arrancaba.

PELUQUERO AFUERA

-¡¡Macho!!... ¡Urgente tenés que cortarme el pelo en la calle!... - Le dijo un día Mario a Rodolfo Peralta, y antes de que este tomara resuello, le explicó que se trataba de ganar una apuesta.

Como el hombre no era de mucho preguntar, ahí no más se fue a buscar las tijeras, mientras otros traían un sillón prestado por la familia Secchi, a la vez que interrumpían el tránsito. Claro que todo tiene su precio, y el jocoso fígaro aprovechó para quedar bien con los amigos, prestándoles de a ratos la tijera, pues cada uno quería llevarse un mechoncito, ante la complacencia del manso cliente. Entre los menjunjes que Macho tenía en el maletín, había un frasquito con una tintura concentrada, de la que solo dos gotitas alcanzaban para cubrir las canas de una dama.

El desastre que le hicieron en la cabeza a Mario no fue nada, comparado con la bomba que explotó luego en su casa.-

Es que le habían vaciado el frasquito entero y pasados tres días, su esposa, la recordada maestra doña Clorinda Tiragallo, seguía preguntando que le habían echado, por que ya llevaba arruinados con azul: dos camisas, tres sábanas, una camiseta, fundas, repasadores, tohallas, y la cabeza le seguía destiñendo.

(Publicado el 23/03/87)

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