sábado, 27 de febrero de 2010

LOS BAILES DEL CLUB INDEPENDIENTE (9ª nota)


Habíamos dicho que los primeros grandes bailes le franquearon a Independiente el camino al éxito. Pero ello fue gradual y se logró con grandes sacrificios.

Podríamos decir que para mediados de la década del cuarenta, Independiente había crecido lo suficiente, como para que se lo considerara una plaza importante en el ámbito artístico-musical del país.

Debemos destacar que el cambio en el estilo, las características y la concepción que inspiraba estas reuniones, fue paulatino. A tal punto, que todavía en 1946 circulaban las tradicionales tarjetas de invitación a las familias, aunque ya no se invitaba para un baile determinado, sino en forma mas general: invitamos a Ud. y familia a las grandes reuniones danzantes que se realizarán en la temporada que se inicia el presente mes. Así lo rescatamos de una invitación cursada allá por 1946 a don Domingo Elgue y familia. Y no está de mas transcribir los nombres de quienes figuraban al dorso, como integrantes de aquella comisión de fiestas: Raúl Ghiglia, Mario L. González, Luis A. Tagliani, Miguel Campañá, Leopoldo Chiama, Enrique Kasten, Horacio Rodríguez, Roberto Allende, Juan Carlos Vela, Tulio González Puccio, Luis E. Salva, Ricardo Durand, Eduardo Castillo, Víctor Allende, Emilio Vitale, Carlos Costa, Ismael Caballero. y Hugo Echazarreta.

Obviamente, esta enumeración no agota los responsables del ascenso de Independiente en la materia, y en su oportunidad agregaremos otros nombres.

Si tuviéramos que trazar un símil entre esta lista y un cuadro de fútbol, podríamos observar que contrariamente a lo usual, están primero algunos delanteros, pero se intercalan luego varios marcadores de punta y zagueros de renombre, mechados con suplentes. Faltaba, mencionar al responsable técnico del equipo, don Claudio Méndez Casariego.

Y fue precisamente este D.T., quien tuvo otra iniciativa cuya concreción hizo época: para dar otro toque francés, un día se le ocurrió instalar en el medio de la Pista Roja, un símil de la Torre Eiffel. Y así se hizo, pero cuando algunos vieron las proporciones que iba adquiriendo la construcción, comenzaron a fruncir el ceño y a preguntarse que pasaría si, por cualquier contingencia, una noche se cayera en pleno baile. Es que su descomunal tamaño la convertía en un peligro potencial para los bailarines.

Luego de muchas idas y venidas, se resolvió reducir un poco sus dimensiones y colocarla bien apuntalada, sobre el techo del escenario.

Por suerte no hubo que lamentar caídas.

Este adorno y otros que se fueron agregando en épocas posteriores, se convirtieron así en verdaderos símbolos de Independiente: la alfombra roja de la entrada, los grandes murales que adornaban las paredes representando al diablo rojo -obra de Felix Marfetán- y finalmente, lo que mejor identificó las gloriosas noches de Independiente en los años cincuenta: La gigantesca alegoría instalada sobre la puerta principal.- El enorme panel de madera, convertía a la entrada en la boca del diablo, que engullía un público cuya magnitud Gualeguaychú no estaba acostumbrado a ver.

Publicado el 24/12/88

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