sábado, 27 de febrero de 2010

LOS GRANDES BAILABLES DEL "LUSERA" (2º nota)


El Parque Unzué era por entonces un gran bajo lleno de pantanos, juncales, árboles silvestres, matorrales, con grandes zanjones, todo lo cual lo hacía casi inhabitable.

En consecuencia, eran muy pocos los que cruzaban: además de los pescadores, lo hacía a menudo el Negro Albariño -uno de los boxeadores que surgieron después de Firpo-Dempsey (1923)- quien colgaba su puching-ball en un tala. Se entrenaba para enfrentar al uruguayo Ciganda. Pero el mas conocido cliente del Parque era el Padre Colombo, que los fines de semana concurría con los niños de su Escuela de Artes y Oficios.-

Para las familias de la ciudad, ir al parque de picnic, constituía toda una travesía que solo podía hacerse muy de vez en cuando.-

Después de la donación de 1920, transcurrieron diez años sin que la Municipalidad realizara las obras comprometidas con el donante. Ello ocasionó un planteo de parte de don Saturnino, que amenazaba con revocarla.

Entonces se dio una confluencia de circunstancias que produjeron el gran cambio. Por una parte, la habilitación del puente en 1931 y por la otra, la asunción ese mismo año, de un nuevo Intendente (él último designado por el Gobierno Provincial, antes de la reforma constitucional de 1933).

El nuevo Presidente Municipal, Don Bernardo Luis Peyret, prestigioso docente, ex Director de la Escuela Normal O.V. Andrade tomó la firme determinación de acometer la remodelación integral del Parque.

Grande fue la tarea emprendida por aquella administración, que contó con el valioso aporte de una comisión de vecinos. Tuvieron que hacer terraplenes, rellenar esteros, desmalezar, limpiar, nivelar y en general, reforestar la extensa superficie agreste, para convertirla en un parque. Contó Peyret con los servicios de un recién llegado a nuestro terruño, que se quedó aquí para siempre: don Ramón Barzola, a quien Gualeguaychú lo tiene un poco olvidado. Por eso, no está de más recordar quien plantó tantos eucaliptos, tipas y otras especies. Mas tarde, durante la Intendencia de don Pedro Jurado, el vivero se trasladó al parque y don Ramón lo siguió atendiendo. Conocía ampliamente su oficio y a lo largo de muchos años, no hubo exposición en la cual no ganara algún premio con la presentación de sus plantas.

Publicado el 24/07/88

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