sábado, 27 de febrero de 2010

LOS GRANDES BAILABLES DEL "LUSERA" (5ª nota)


Los días sábados en verano, eran los de mayor concurrencia al Lusera. A la caída del sol empezaban a trasladarse grupos de distintos barrios, aún los mas lejanos, como el Cementerio o Hipódromo. Dadas las distancias, la mayoría convergía en la esquina de 25 de Mayo y Rocamora, donde funcionaba el Café Argentino. Allí hacían cola para tomar los colectivos que cubrían el resto del trayecto.

Según las épocas, a ese servicio lo realizaba la Empresa El Cóndor, de Deolindo M. Gavagnin, o los pintorescos ómnibus abiertos de Herman Fandrich que por no tener techo, la picardía popular bautizó con el nombre de bañaderas. Este no era el único medio para llegar al Lusera: unos completaban la peregrinación a pie; otros en bicicleta; muchos vecinos de El Potrero concurrían en carros o sulkys. Algunos lugareños proclamaban orgullosos su pertenencia a una muy criolla condición: eran gente de a caballo y en ese medio llegaban al Lusera. De la zona Sur ribereña y especialmente del barrio de Pueblo Nuevo, muchos concurrían en canoa.-

Al empezar cada jornada bailable, el lugar ofrecía un aspecto singular por la variedad de los medios de transporte estacionados en los alrededores: innumerables bicicletas, carros, sulkys, caballos, coches varios y automóviles, mas decenas de canoas sobre la costa, daban la pauta de la multitudinaria y variada concurrencia.

Como la entrada era libre y la pared a la calle muy baja, muchas familias iban nada mas que a mirar, por lo que permanecían en sus vehículos presenciando el baile y de yapa, muchas de las incidencias que mas adelante relataremos.

El numeroso público tomaba ubicación en las mesas que rodeaban la pista, en cuyo centro un frondoso tala contribuía a darle ese aspecto intermedio entre lo urbano y lo rural. A la vez, servía de guía, ya que las parejas giraban a su alrededor en el sentido de las agujas del reloj y cualquiera que bailara de contramano, podía generar uno de los infaltables incidentes.

Decíamos que la entrada era gratuita, pues la ganancia estaba en el consumo de bebidas (abundante) y en la venta de los sabrosos choripanes que preparaba Macho Pinasco.

En el Lusera no le mezquinaban a la bebida y ello explica ciertas reacciones del público que le dieron tanta popularidad.

Es que el alcohol libera las pasiones mas encontradas, tanto las iras como los arrebatos amorosos. Durante el baile y después de algunas ginebritas, algunos se daban ánimo para invitar a bailar a la dama de su preferencia, a lo que ésta accedía después de dejar su copita de licor. Otros, en cambio, se embriagaban de tal forma, que provocaban a los demás, o bien respondían a provocaciones trenzándose en entreveros que se generalizaban a niveles de escándalo. Los espectadores tenían entonces la oportunidad de presenciar la gresca en forma gratuita y, si se daba el caso, aprovechar para rajarse sin pagar.-

El próximo domingo entraremos en detalles sobre los diversos comportamientos que dieron lugar al recordado "teneme el nene" y a la proverbial rivalidad entre zapadores y policías.-

Publicado el 14/8/88

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