En las sociedades de baile , predominaban integrantes de clase media, ya que habían nacido para llenar un vacío de diversión, en esa franja social.
Justamente entre los directivos de
Esta circunstancia, mas un pantallazo a las costumbres de la época, nos ayudarán a comprender algunos aspectos sobre estas reuniones, que hoy parecen increíbles.
Desde que el mundo es mundo, algo puede faltar en un baile, menos la materia prima fundamental, como lo son las damas. En esa época, el varón joven tenía libertad para salir, pero no ocurría lo mismo con las mujeres, que además, no podían hacerlo solas. En la actualidad, las chicas disponen de todos los fines de semana y a veces entre semana. Pero antiguamente, salir una vez por mes, constituía todo un desarreglo y por ello los bailes eran mas espaciados. De estos,
Generalmente tenían lugar en fechas patrias o festividades navideñas. Y tan oficiales eran, que se disponía en los mismos, un lugar especial para las autoridades: Intendente, Jefe de Policía o del Regimiento, que iban con sus esposas de rigurosa gala.
Para que un baile tuviera éxito, debía asegurarse una muy buena asistencia femenina y esto no era fácil. Pero con cierto esfuerzo se lograba y aquí entramos en una modalidad ya abandonada, que hoy nos resulta increíble: la invitación.
Así era: ninguna dama podía concurrir a un baile, si no era previa y formalmente invitada. Lo de previo significa que las invitaciones se repartían dos o tres semanas antes del anunciado acontecimiento. Lo de formal (¡vaya si lo era!), es porque se distribuían a domicilio y los miembros de
Las invitaciones generalmente estaban dirigidas a las madres de familia que eran las encargadas de acompañar las salidas de sus hijas, ya que los padres no se dedicaban a esos menesteres. A diferencia de los tiempos actuales, en mas de una ocasión los portadores de la tarjeta se encontraban con decepcionantes respuestas: "¿cómo vamos a ir con mi hijas al baile si ya fuimos el mes pasado?" A veces había que insistir y se pedía una manito a vecinas cuya asistencia estaba comprometida. Si todo andaba bien, venía finalmente la confirmación de la concurrencia. Cada sociedad tenía sus registros de invitados; de tal modo, quienes eran de
Existían por otra parte, las llamadas madrinas. Eran señoras que manejaban grupos de varias chicas, entre propias y ajenas. Por supuesto que para ellas eran todas las atenciones, ya que su consentimiento aseguraba la asistencia de un conjunto numeroso de jovencitas.
Pero no terminaban ahí las atenciones: A su llegada al baile, las esperaban dos miembros de
Se nos termina el espacio y todavía no hemos empezado a bailar. Pero reconozcan al menos, que nos hemos acercado bastante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario