sábado, 27 de febrero de 2010

LOS GRANDES BAILABLES DEL "LUSERA" (1ª nota)


LOS ORIGENES DEL PARQUE UNZUE

A principios de siglo, don Saturnino Jacinto Unzué poseía una vasta extensión de campo a lo largo de la margen derecha del río Uruguay, incluidas algunas de sus islas. Los prácticos de entonces, tenían un singular modo de medir sus propiedades: equivalían a ¡diez horas de navegación!

Aguas abajo, comenzaban en la punta de la Isla San Lorenzo en el km. 132 del río Uruguay -que durante muchos años custodiara don Demetrio Ovcherenko- y terminaban en la boca del Gualeguaychú. Los tripulantes, que navegaban a vela o vapor con sus cargamentos de frutos del país, tenían en todo el trayecto ante su vista derecha, las interminables posesiones de Unzué. Y no eran tierras despobladas ni carentes de mejoras: en ellas existían algunas instalaciones importantes, como la barraca que regenteara don Guillermo Schaumann y la lechería, tambo ubicado en el Camino de la Costa, frente a la Isla Libertad.

Pero el mas importante emprendimiento de Don Saturnino, fue la construcción a principios de siglo, del Puerto Unzué, en un lugar estratégico de aguas profundas sobre el km. 104 del río Uruguay. O sea , un poco mas al norte de la actual cabecera del Puente General San Martín, frente a la Isla Abrigo. Este ambicioso emprendimiento alcanzó a concretarse parcialmente. Se emplazó un muro de contención sobre la costa, desde el cual se extendía un amplio muelle de madera dura que en forma de martillo, avanzaba sobre el río. A este hubo que balizarlo, pues el canal de navegación pasaba cerca de la costa - Se lo llevó la gran creciente de 1959.-

También se construyó un terraplén, levantado a pala de buey con mano de obra uruguaya, para compensar la depresión natural que separaba el puerto de las tierras altas. Como obra complementaria, mandó hacer un puente sobre el Arroyo Laguna del Tigre y ambas obras, que se conservan en parte, figuran en las cartas de navegación. Esta comunicación vial estaba destinada a unir el muelle con los amplios galpones que había proyectado para la parte alta. El transporte se haría mediante zorras de carga que circularían por una vía, para lo cual se había acopiado una gran cantidad de durmientes.-

Para la construcción de las partes de mampostería, Unzué afectó seis hectáreas a la fabricación de ladrillos, bajo la dirección del Sr.Zoilo.

Este importante proyecto concebido con visión de futuro, no solo hubiera servido a los intereses de su realizador, sino a toda la economía regional, en épocas en que carecíamos de vinculación terrestre con Buenos Aires.- Aún hoy no ha dejado de tener vigencia esa interesante posibilidad. Sin embargo, la obra quedó trunca, porque se movilizaron mezquinos intereses, a los que nos les resultó difícil activar la maquina de impedir de la burocracia capitalina

Entre otras pertenencias de Unzué, la barraca de Friendenberg y la balsa que manipulaba don Joaquín Gorosterrazú, estaban incorporadas a nuestro escenario ribereño.

Don Saturnino y su esposa, Inés Dorrego, eran fervientes católicos y practicaban la caridad cristiana. Por ejemplo, proveían gratuitamente la carne para el Asilo de La Caridad durante todo el año y también colaboraban con la Sociedad de Beneficencia. Muchos chicos de familias humildes de la costa eran bautizados con el padrinazgo de don Saturnino, quien cumplía con sus obligaciones de tal, y no precisamente como un padrino pelado. Algunos de ellos, ahora ancianos, lo proclaman con orgullo.-

Ya en vida, don Saturnino se había preocupado por el destino de sus tierras. Contrató los servicios de un ingeniero inglés para dividir su campo en seis lotes a repartir entre sus hermanas, ya que el matrimonio no tenía hijos, aunque había adoptado a Juanita Díaz Unzué, hoy duquesa de Luynnes. Pero en verdad tenía siete lotes y no seis, porque el séptimo era don Teodoro "Lote" Heredia, uno de sus ahijados, acompañante en las recorridas camperas, para abrir y cerrar las tranqueras. Quien hoy, con sus 75 años, surca las aguas del río todas las mañanas con el mismo ánimo de cuando era repartidor de la lechería .

Cantado destino parece el del memorioso Don Lote, a cuyo relato se debe todo lo referente al Sr Unzué.- Porque de chico fue el boyero, es decir, el niño ayudante de Don Saturnino y de grande vino a ser el boyero mayor de toda la zona, ya que como empleado del Ministerio de Obras Pública de la Nación, era el encargado de mantener encendidas todas las boyas del bajo Uruguay y nuestro río Gualeguaychú.-

Al distribuir sus propiedades, allá por el año 1920, don Saturnino tuvo un gesto con nuestra ciudad, que habla de su filantropía: dona a la Municipalidad una extensión de 115 hectáreas en la margen izquierda del Gualeguaychú, frente mismo al casco urbano, con destino al recreo de sus habitantes y paseo público de la ciudad.-

Lo entregó totalmente alambrado con el compromiso por parte de las autoridades municipales de realizar las obras para su embellecimiento.-

Publicado el 17/07/88

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