sábado, 27 de febrero de 2010

LOS GRANDES BAILABLES DEL "LUSERA" (9ª nota)


AMERICO SALAZAR

Cuando iniciamos esta serie, prometimos dedicar algunas semblanzas a las figuras mas características de cada época, como Américo Salazar o Pepe Ramos.

Ha llegado pues el momento de cumplir con el primero , porque fue una figura consular del Lusera. Llevaba la música en la sangre, que le venía por línea paterna: su padre, Don Brígido Salazar, había integrado una de las buenas murgas de los años veinte. Era pues Américo, lo que se dice un cantor de raza. Peluquero de profesión, hizo algunas incursiones en otros oficios, como ayudante en el colectivo de Bancalari, o explotando un ring de box con Héctor Carmona. Pero su verdadera pasión fue la del tango.-

Desde muy joven, los boliches del Gualeguaychú lo tuvieron como uno de sus animadores de renombre. También se lo recuerda en las noches de corso, recorriendo la calle 25 de Mayo. Allí pulsaba la guitarra en compañía de su amigo Julio Velázquez, ambos vestidos de gauchos, con camisa blanca pañuelo celeste, bombachas, botas y el sombrero aludo colgado en la espalda. Cantaban tangos mientras caminaban recibiendo los aplausos del público. Américo nunca se negaba si lo invitaban a cantar y así se mezclaba en serenatas de estudiantes o en casas de particulares. Y si había que ir a algún baile de campo, allá marchaba con sus acompañantes. Hacía frecuentes incursiones en los bares mas caracterizados. Así, animó veladas exitosas del Café Argentino, durante el carnaval; y también actuaba en el Café de Smith, barrio del hipódromo; el Copetín al Paso y en la Guardia Vieja de Villarreal.

No soñaba como cualquier cacatúa con la pinta de Carlos Gardel, ¡la tenía!. Alto y elegante, unía a la calidad de sus interpretaciones una prestancia física que le daba el don de cautivar al público y ganarse su aprecio.-

Actuó en muchos escenarios, pero el Lusera fue el lugar que mas frecuentó y donde el público siempre lo aclamaba. Se presentaba como el Zorzal Criollo: pantalón oscuro, saco rayado y camisa blanca, con el toque malevo que le daban aquellas prendas tradicionales de nombres lunfardos: el funyi (característico sombrero de ala caída) y el lengue (pañuelo que se anudaba al cuello con voluminoso doblez). Un tango los recuerda con esta frase: no uso funyi, lengue ni macana...

Fue Américo uno de los cantantes que contribuyó a popularizar en mayor medida el Vals a Gualeguaychú de Trimani y Noda, estrenado por sus autores en el Parque Unzué. Lo llevó por muchos escenarios y hasta en su madurez lo seguía cantando a dúo, con su amigo Luis Segovia.

Se fue de Gualeguaychú para radicarse en San Fernando donde residió hasta su muerte, hace dos años. Aquí dejó muchos amigos, entre ellos, el recordado Luis Segovia, Walter Schaumann, Piche Elgue, el Paisano Denardi, Roberto Cabilla y otros. Los visitaba cada vez que volvía a su terruño para dedicarles algún tango suyo, pues también los componía.-

Américo Salazar era la figura mas ovacionada del Lusera cuando lo anunciaba pomposamente Alfredo Durand Thompson. Pero su cartel abarcaba toda la ciudad. Llenó una época: fué el Señor de la Noche en Gualeguaychú. Por ello le debíamos esta recordación.

Publicado el 4/9/88

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